lunes, 25 de agosto de 2008

¿Y ahora qué?

Se acabó el curso del Centro Knight sobre Periodismo Digital, que fue lo que me motivó a abrir este blog para colgar las tareas, experimentar con las clases y sobre todo compartir lo que iba aprendiendo tan velozmente.


Se terminó y ahora no sé qué haré con este blog. Por lo pronto dejé pasar varios días sin escribir, aunque tuve varias ideas sobre los temas que podía pensar y comentar, generalmente en torno a lo que hacemos los periodistas y cómo lo hacemos, si fue acertado, si nos equivocamos, si podríamos hacerlo mejor.


Lo primero que dejé pendiente (dentro de tooooodos los post pendientes) fue volver a escribir en torno al ex fiscal detenido por coima y la relación que mantenía con ciertos periodistas y medios, a los que alimentaba con informaciones. A propósito de ese post que escribí, un querido amigo y colega me comentó, desde Lima, que le parecía generalizador y duro mi comentario en lo concerniente a los colegas. Especialmente la parte final, supongo.

Sí pues, fue generalizador y duro. Solo quería decirle que no estaba molesta -porque también me lo mencionó- que estaba, y desde hace tiempo, indignada por la forma como algunos colegas resuelven su trabajo desde el escritorio y el correo electrónico: recibiendo correos y correos, a los que no hacen más que hacerles espacio para que vayan directo a impresión, sin tomarse el trabajo de verificar nada.


¿Quién dijo que todas las "notas de prensa", suponiendo que lo fueran, las tenemos que publicar tal cual y darlas por cierto? ¿Cuándo y dónde aprendimos eso? Supongo que en la urgencia del trabajo, cuando "no hay nada", cuando "no pasa nada", cuando el tiempo apremia y suerte del congresista que justo mandó su notita de prensa, bien redactada, encima titulada, contiene frases entrecomilladas, y ya pues, me completó la página. Suerte de algunos que llegan cuando el espacio sobra. "Holgazanería" la llamó el colega Miguel Patiño en su columna Corrector de Estilo, de La Industria.


Holgazanería y sobrada confianza. ¿No que los periodistas debíamos desconfiar, dudar, preguntar, cerciorarnos? A todo eso renunciamos cuando copiamos -qué copiamos, es mucho decir- cuando cutcopy del correo electrónico a la página final para imprimir. Porque hasta somos incapaces de agregar un línea al texto para contarle al lector que esa información viene en una nota de prensa, o sea sale de la boca oficial.

Eso sin mencionar que las notas de prensa tienen precio y tarifa en el mercado. No me digan que les revele los nombres, ni los medios, porque no los tengo, ni lo tengo grabado con cámara escondida. Pero muchas personas, desde ciertos aficionados a relacionistas públicos que ocupan cargo oficial en la empresa privada o en el Estado hasta humildes personas que requieren hacerse escuchar, me han preguntado: "¿Y cuánto le debo? ... No, pero algo le tengo que pagar".

Pero claro eso con la nota de prensa oficial, que llega a todos los medios y que los periodistas reconocemos de inmediato. Qué hay de los que -como en el caso del ex fiscal que proveía "primicias"- reciben información de fuente oficial, que deben mantener en reserva, pero que tiene propios y oscuros intereses. Se me viene a la mente una frase que le he escuchado varias veces a Ángel Páez: "toda fuente tiene un interés". ¿Cuánto conocemos a las fuentes que nos datean, o nos alimentan con información? ¿Somos conscientes de los intereses que los mueven?
¿Somos solo holgazanes y tontos útiles? Cuánta corrupción hay en el medio periodístico? No estoy hablando de dueños que reciben gruesos fajos, o que tienen otras inversiones e intereses empresariales que cuidar, sino de los hombres y mujeres que todos los días se la buscan, que no pueden ir contra lo que dispone oficialmente la dirección, y que se recursea con notitas de prensa y cherrys. Y también de aquellos que han encontrado un trabajo oficial -con carné incluido- para el chantaje, la extorsión y la coima. Pero claro, ese será otro tema y otro post.

No sé si tenga la decisión para seguir y dedicarle textos a este blog aunque de continuar, creo que empiezo a hallarle la médula y el corazón. Sin enojo, de veras, mas bien con el corazón temblando.

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