domingo, 10 de agosto de 2008

Las lecciones pendientes

Pasó una semana y aquí estoy. Escribiendo -aunque con cansancio- porque siento el compromiso de no poder dejarlo pasar. Tengo cruzado en mi mente, el trabajo de los últimos días -me refiero a mi trabajo como periodista y el tema que me tuvo tan ocupada: detención de un fiscal por corrupción- y el "pensar digital" que fue la última lección del libro que debimos leer como parte del curso que dicta vía Internet el Centro Knight.


Acabamos de leer el libro Periodismo 2.0, que se guardó varios detalles técnicos para el final. Cuatro capítulos sobre audio y video, desde cómo elegir una grabadora digital hasta cómo lograr una buena producción multimedia. Imprescindible de verdad, y obviamente de consulta diaria porque lo técnico es bastante difícil de memorizar para mí así que mejor con el manual al lado.


Descubriendo la tecnología -por primera vez he colgado fotos y video (aunque no fue mío) en Internet- para cumplir con una tarea más.

En esta última semana no he podido dejar de repensar sobre Los cinco sentidos del periodista, de los que escribió el maestro Kapuscinski, quien con su propio ejemplo nos dio una de las lecciones más útiles, creo yo: estar cerca de la gente, compenetrarse con ella y su entorno; y sobre todo compartir un tramo de vida con aquellos de quienes vamos a escribir.


Frente a ello, la grabadora digital, la cámara de fotos digital, la videograbadora digital, todos estos aparatos que nos facilitan enormemente la vida a los periodistas, que nos la ponen fácil, una vez que los aceptamos como herramientas de trabajo diarias.

Sin embargo el eje central para lograr un buen trabajo periodístico sigue siendo nuestro olfato, nuestra mirada personal, la capacidad para percibir dónde está la noticia, por dónde algo huele mal o algo malo se cocina. Seguimos siendo los seres humanos, esforzados por ser lo más auténticos que sea posible, la razón que hace que el periodismo valga la pena. Es como que la tecnología nos ayudara a afinar sentidos, nos proveyera de herramientas para contar mejor lo que vimos, pero la percepción, el procesamiento y el resultado final sigue siendo absoluta responsabilidad del periodista.


Y a qué viene todo esto.

Les cuento. El jueves -vísperas de mi cumpleaños- estuve hasta las doce de la noche más o menos en la calle, frente a la casa que ocupa un fiscal acusado de cobrar una coima para liberar a un detenido por drogas. Una pariente del detenido, con apoyo policial y del órgano de control del Ministerio Público, grabó el inescrupuloso pedido de la autoridad y el momento en que le dejaba un sobre con dinero por la ventana de su casa. La policía y sus superiores le cayeron encima y detuvieron al fiscal.


Un escándalo. Muchas fotos y más testimonios porque en una ciudad de 3o mil habitantes todos saben quién es quién, aunque muchas veces callen por miedo. En ese ajetreo estaba cuando empezó a sonar mi celular. Colegas de la capital departamental pedían información sobre el caso. De todas rescato esta conversa con un colega:


- ¡Qué tal noticia! Me pasas los datos y unas fotitos, pues...


- OK pero dame tiempo aquí no hay nada oficial todavía. Aunque me aseguran que cayó cobrando coima.


- Y dime, ¿Este es el fiscal que siempre intervenía y nos enviaba fotos con la nota informativa?, me pregunta ingenuo todavía.


- Sí, le digo. ¿A ti también te llegaban sus correos?


- Sí, pero nunca los firmaba venían con un seudónimo; siempre me pareció raro que nos enviara fotos y textos informativos, pero la verdad nos salvaba el día a veces.


- Mmmm. ¿Y nunca te preguntaste por qué les enviaba la información? Digo, con tanto que tiene uno qué hacer, imagínate un fiscal, y darse tiempo para las notitas y las fotos... Algún interés tendría ¿no crees?


- Eso pensé pero no se me ocurrió que algo así pasaría. O sea que nos enviaba notas, ¿qué? ¿para promocionarse, para venderse bien?


- ¿Tú qué crees?


- Pucha, es que tú sabes que no tenemos corresponsales. (Léase: los medios regionales y nacionales no pagan a periodistas corresponsales). Pero mándame los datos de esto y yo armo la nota.


...



Hoy domingo, al medio día y en la capital departamental, se realizó la audiencia en la que el juez decidió dictar prisión preventiva contra el ahora ex fiscal, porque ha sido destituido. La defensa del fiscal detenido por corrupción de funcionarios y posesión ilegal de arma de fuego ha dicho entre otras cosas que todo es una trampa y que como prueba de la buena labor del fiscal ("que ha luchado contra el narcotráfico y la prostitución") tiene muchísimos recortes periodísticos de la gran labor que cumplía.


Cuando he llamado a algunos colegas de la capital departamental, que trabajan para los medios impresos, para preguntarles por cómo se desarrolló la audiencia, ninguno me contó de los recortes que el abogado había mostrado, ni de lo dicho. No dudo que se les pasó, en el ajetreo del trabajo. Fue una colega de TV quien me lo hizo saber.

- ¿Y cómo así salía tanto en la prensa?, me pregunta ella.


- ¿A ti no te llegaban los correos de un fulano tal?, le digo.

- Sí hablando mal de la policía a veces, incluso de los jueces y siempre con fotos. Ya me tenía loca con tantos correos que enviaba y ... No me digas que... Claro él las enviaba... No lo puedo creer. Yo no sabía de quién venían y nunca las usé, pero... Qué tremendo, amiga.


- Sí pues -le respondo- una lección para aprender.

...
Interrupción
...

Post terminado lunes 09.08.2008.

En realidad varias, diría ahora que releo el post que no pude colgar anoche porque mi precioso se levantó y no quiso volverse a dormir.

Varias lecciones para aprender.

Por cuánto tiempo más las empresas periodísticas seguirán ahorrando costos, a riesgo de la calidad de información que difunden, recibiendo -ya no opiniones, colaboraciones, o dichos de ciudadanos gracias a un aspecto del periodismo 2.0- sino informaciones interesadas que no contrastan, que no verifican, que no investigan. Y que en caso de incurrir en falta no tendrán a quién reclamar, increpar o a quién hacer que acepte error; y no les quedará más que rectificarse sin saber siquiera muy bien porqué.

Cuántos periodistas más caerán en las redes de la "gente importante", se harán amigos de los encorbatados que tienen influencia y poder, y mirarán por sus ojos, oirán por sus orejas aunque eso signifique quedar sordo, ciego y mudo frente a los lectores.

Cuántas veces más seguiremos escuchando solo la versión de una de las partes y le achacaremos toda la validez porque viene de "fuente oficial", en vez de dudar y verificar porque así lo exige el compromiso que hemos asumido con nuestros lectores, que no saben de dónde viene la información que reciben, ni quién la envía, ni cómo la conseguimos. Deberíamos ser lo suficientemente valientes y transparentes para decirlo.

Al comienzo del curso me asaltaron varias reflexiones y preocupaciones en torno al uso de la tecnología y el aspecto ético de nuestra profesión, y planteba yo que se nos vienen nuevos desafíos. Sin embargo he hallado una de las respuestas. El ser humano, el periodista, sigue siendo quien hace que esta profesión valga la pena. La lección del maestro K. es para siempre: los cínicos no sirven para este oficio.

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