Tengo varios pendientes. Como Mocom 2020 un video (en inglés aun sin subtítulos en español) sobre el posible futuro de la comunicación con -por ahora- más de cuatro mil millones de celulares en todo el mundo. Se me figura como el medio más personal que la tecnología ha producido hasta ahora.
Tratando de darme tiempo para leer los tareas y participar de los foros del curso Periodismo Emprendedor de la Universidad de Guadalajara Sistema Virtual, escucho en la tele a una de las líderes peruanas de opinión, Magaly Medina, referirse a las críticas que le hace Fernando Vivas y al caso de difamación en agravio de Paolo Guerrero que la llevó a la cárcel. Y a modo de disculpa dice algo así como que no es que no haya querido dar lectura a la carta de rectificación que le envió Guerrero porque sea arrogante, que ella es periodista de opinión y no abogada y que cuando recibe una de esas rectificaciones las envía al despacho de sus asesores legales. Ya sabíamos que Magaly culpa a su ex abogado César Nakasaki por haber caído en Santa Mónica pero decir que tienes que ser abogado para saber cómo enfrentar una carta de rectificación es demasiado.
Cualquier periodista sabe que las cartas de rectificación pueden o no tener argumentos válidos.
Las hay exageradas, las hay escritas con ira y cabeza caliente, las hay furibundas, las hay enredadas, las hay aquellas que recontraconfirman en lugar de desmentir, en fin. Pero, si el periodista se equivocó, metió la pata, dio un dato que no es cierto, y la revelación, investigación, primicia, se cae; ni modo. No queda otra que rectificarse, aceptar el yerro y pedir disculpas. Es lo más bochornoso que puede pasarle a un periodista, pero también es ocasión para demostrar honestidad. No es necesario estudiar Derecho para eso. Se sostiene en la ética profesional de cada periodista o director del medio informativo.
Por otro lado, creo que frente a la difamación y calumnia de la que se sienten víctimas algunas personas por las opiniones o informaciones que emitimos los periodistas, el mejor camino es recurrir a la justicia. Y lo digo yo, que sé muy bien lo que es ir a tribunales como la parte demandada porque alguna vez tuve que enfrentar la querella de un funcionario público corrupto. Fui absuelta en primera y segunda instancia. La lección es verifica, verifica y verifica la información. Lo que es muy difícil de cumplir porque cada hecho siempre tiene varias versiones, una distinta de la otra.
Por ahora y por aquí el colega Lucho Cadenillas de Radio San Sebastián (Chepén) enfrenta una querella por parte de un funcionario público. Sé que Lucho es cuidadoso con la información, así que espero salga airoso del proceso. Hay otro joven al que no conozco y tampoco de su trabajo que lamentablemente ha sido declarado reo contumaz y probablemente sea hallado culpable en una querella presentada por un alcalde.
Lo que veo en Internet y que requiere discusión y legislación es la facilidad con que los anónimos califican, insultan y ofenden. ¿Cómo resolveremos ese pendiente?
miércoles, 27 de mayo de 2009
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